jueves, 30 de octubre de 2008

¡CUIDADO! ESTA NOCHE NOS INVADIRÁN LOS MARCIANOS


Hoy 30 de octubre de 2008 se cumple el 70 aniversario de uno de los acontecimientos radiofónicos más relevantes de toda la historia. Un jovencísimo Orson Wells (tenía 23 años entonces) decidió adaptar a este medio de comunicación una novela de ciencia ficción, escrita en 1898 por H.G. Wells con el nombre de "La guerra de los mundos".

Aunque al principio del programa se anunció que era un relato ficticio, muchos ciudadanos de Nueva York y Nueva Jersey no escucharon este pequeño detalle y realmente creyeron que el planeta tierra estaba siendo invadido por alienígenas. El pánico se desató en pocos minutos y los teléfonos de la policía y de las redacciones de todos los medios de comunicación se bloquearon ante las numerosas consultas que se produjeron.

Lo cierto es que Wells demostró, gracias a este relato radiofónico, la importante repercusión que tienen los medios de comunicación, y en particular la radio. Ideó un noticiario de unos 40 minutos, con supuestas conexiones en directo, que acabó con la muerte del reportero de la CBS en la azotea de la emisora, víctima de los gases lanzados por los "marcianos". A continuación, el relato se completó con la descripción del profesor Pearson de cómo finalmente los invasores fallecían como culmen del suceso.

Nada me gustaría más que estar esta noche en Pozuelo de Alarcón, en el lugar que han elegido todas las emisoras radiofónicas españolas para lanzar una versión de la obra de Wells que al menos durante unos minutos se emitirá en directo a través de todo el dial de nuestro país. Si no estoy mal informado, sólo Radio 3 va a emitir en directo el programa íntegro a partir de las 21h mientras que el resto conectarán unos minutos y lo emitirán en el momento que consideren oportuno.

Esta emisión conjunta tiene además un interesante propósito: fijar el 30 de octubre como Día Mundial de la Radio. Se trata de una propuesta justa para un medio de comunicación que ya forma parte de nuestras vidas. Y digo ésto fundamentalmente como oyente, aunque también me considero profesional del medio (en paro ahora mismo, eso sí). En verano hemos tenido la oportunidad de dedicar algún programa al recuerdo de nuestra vida que está ligado en muchos casos a viejas cuñas publicitarias, míticos programas de radio que escuchaban nuestras abuelas mientras nos preparaban la merienda o voces que parecen ya de nuestra familia.

Es el Día de la Radio y era lógico que este blog, escrito por un radiofonista y leído por muchos amantes del medio, dedicase un espacio a la efeméride. Debo confesar que me duele, hoy más que nunca, estar alejado de ella y me invade la incertidumbre de pensar que quizás mi ciclo en la radio pueda haber acabado.

Yo esta noche seré un oyente más y me conectaré a Radio 3 para escuchar el relato de Wells. Me dejaré invadir la imaginación de marcianos y reporteros aguerridos. Un abrazo a todos que son gratis.

martes, 28 de octubre de 2008

LA EMPATÍA

Dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua que la empatía es la "Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro". Es una manera un tanto complicada de explicar que, detrás de esta palabra, se esconde esa habilidad que muy pocos tienen para ponerse en el lugar del otro. Yo soy el primero que acumula una ristra enorme de errores por no haber logrado adquirir esta habilidad y por eso, no quiero que se entienda este post como una crítica a otros, me la puedo aplicar a mí mismo en cualquier momento.

En mi experiencia, no sé si amplia o corta, he llegado a la conclusión de que no existe el blanco o el negro a la hora de valorar a un ser humano. El más "malo" del planeta siempre tendrá algún resquicio de bondad en su personalidad y seguro que tras una personalidad generosa, hallaremos debilidades, mezquindades y defectos gravísimos.

En otras ocasiones, un mismo ser humano se puede comportar de manera distinta ante una situación similar. Dependerá mucho de sus circunstancias, de su estado de ánimo, del tipo de estímulo que reciba del otro. En ese momento, y para analizar detalladamente sus actos, debería funcionar esa palabreja, la empatía. Si no se hace así, corremos el riesgo de alcanzar juicios poco ponderados y a veces, muy duros, especialmente por parte de aquellos que tienen un sentido de "la justicia" muy estricto. Quizás sea bueno, a veces, ponerse en la piel del otro y pensar qué razones le han llevado a actuar de esa manera. Un juicio sólo basado en los aspectos negativos de alguien nunca será justo, siempre habrá otros aspectos positivos que pueden quedar por el camino y que merezca la benevolencia en el caso de que "el reo" sea condenado.

Como siempre, esta es la teoría, supongo que todos nos la sabemos. Lo cierto es que llevarlo a la práctica es otra historia completamente distinta. Un abrazo a todos que son gratis

domingo, 26 de octubre de 2008

LA LUCHA CONTRA LA DESIDIA



Hola amigos. La verdad es que hoy domingo me he propuesto acabar con este sentimiento de apatía, de inactividad, de apoltronamiento que me invade en las últimas semanas. Uno no sabe muy bien la razón por la que llega a este estado de desidia pero lo que está claro es que hay que combatirlo con todas las armas que tenga a mi alcance.

No soy yo de esas personas que necesiten estar en continua actividad. Me encanta disfrutar de algunos fines de semana de sillón ball y palomitas, incluso uno de esos que me dedico a mí mismo, a la vida contemplativa y a la reflexión. Pero una cosa es esa y otra que el fin de semana se convierta en semanas enteras de adocenamiento, escaso interés por casi todo y en suma, aburrimiento supino.

Así que me doy de plazo hoy mismo para acabar con ello y a partir de mañana tengo que hacer los deberes pendientes. Las llamadas que debo realizar para mover algún trabajo, apuntarme al gym que en los últimos años me tengo un poco descuidado también el body y mejorar mi nivel de inglés, aprovechando el parón laboral. Y viajar... De momento, próximamente ya he decidido que me voy a Vitoria con mi amigo César. Ya os iré contando, un abrazo a todos que son gratis.

jueves, 23 de octubre de 2008

ESTA NOCHE ENCONTRÉ UN ALEPH EN UN RINCÓN

Sí, ya sé que soy un pesado con Nena Daconte, qué le vamos a hacer. Sus canciones son mi refugio últimamente



domingo, 19 de octubre de 2008

LAS OPORTUNIDADES PERDIDAS



Hola amigos, me llamo Andrés. Seguramente me conocerás porque soy habitual de las estaciones de tren, me veréis siempre sentado en el banco de cualquier andén. Por si aún no me habéis reconocido, soy un ser enjuto, encorvado, cano y silente. De mí, oigo comentar a los viandantes que tengo ojos tristes, ropas raídas y me envuelve la sombra de un pasado que muy pocos pueden siquiera adivinar.

No siempre me gustaron los trenes. Hubo un día en el que fuí ávido usuario de los coches. No me gustaron nunca los deportivos, más bien aposté por los utilitarios. En esa época, no fui demasiado ambicioso por más que ahora concluyo que tuve muchísima suerte. Por mis manos pasaron varios vehículos, unos no llegué nunca a controlarlos y otros sí. Añoro uno especialmente con el que compartí seis años de mi vida, no era desde luego un Fórmula Uno pero siempre me ofreció las mejores prestaciones. Quizás por mi inmadurez, no supe valorar todas las ventajas que me aportó y un buen día nos dijimos adiós sin demasiado ruido.

Por azares del destino, o probablemente porque lo llevaba dentro desde hace tiempo sin saberlo, un buen día descubrí que lo mío eran los trenes. Al principio quedé fascinado, fue como abrir una ventana por la que entró aire fresco y nuevo a mi vida. Los primeros tiempos fueron de ansiosa curiosidad, acudí a las más afamadas estaciones para comprobar los tipos de convoyes, su mecánica, sus modus operandi y sobre todo, el comportamiento de los viajeros. Siempre me guié por ese viejo adagio que dice "dónde fueres, haz lo que vieres".

Al principio, mi timidez me llevó a pensar dos veces si debía o no utilizar este nuevo medio de transporte. No sabía si era la mejor forma de dirigir mi vida. Y lo mejor era comprobarlo con la práctica. Vencidos mis temores iniciales, me subí en las primeras máquinas al principio con ciertas dudas y más tarde, convencido de que ese era mi camino.

Pasaron meses de viajes cortos en los que probé distintos modelos hasta diferenciar cuáles me ofrecían mejores prestaciones y cuáles eran vulgares sin más. Empecé a valorar las mejores maquinarias, muchas de ellas inaccesibles para mi bolsillo y sorprendentemente, pude aprovechar en otras alguna oferta que me encontré por el camino. Así, viajé con trenes de altísimas prestaciones que bien pudieran haber sido el motor de mi vida si no fuera porque sus trayectos eran una simple probadura para ellos.

Cambiar de trayecto cada dos, tres, seis meses, me fue generando una tremenda frustración aunque, en aquella época, no era muy consciente de ello. Simplemente, disfrutaba del momento. "Carpe diem", me decían y me reafirmaba a mí mismo. Pero algo cambió en mi percepción el día que ví aquél convoy de alta velocidad que, iluso de mí, pensé que sería la locomotora que me acompañaría el resto de mi vida. No fue fácil embarcarme en él, tuve que luchar y hasta empeñar mis últimas energías para poseerlo.

El destino jugó, en un principio, a mi favor. Muchos días acudí a la estación sin saber muy bien si pasaría o no y finalmente, lograba engancharme a él sin problemas. Sus prestaciones eran las que siempre había soñado. Fiable, cómodo, bien decorado, parecía haberse construido para mi bienestar. Tan sólo podía reprocharle un cierto retraso en sus horarios de salida y, muy especialmente, de llegada. Durante unas pocas semanas, me subía a él y no me importaba el recorrido, el destino o los obstáculos que nos pudieramos encontrar. Había encontrado un tren en el que creía ser feliz y no iba a permitir que se me escapara un sólo día.

Sin duda, la mente fabrica ilusiones que la realidad destruye sin piedad, sin miramientos. Y así fue también en este caso. Un buen día, una nochevieja para ser más precisos, me comunicaron que aquél no podía ser más mi medio de transporte. Así, sin más, sin importar mis esfuerzos, mis anhelos y las esperanzas puestas en él. Decepcionado pero también resignado, dejé de acudir a aquella estación en la que lo había encontrado y zanjé un nuevo capítulo de mi vida.

Como parece lógico, ese capítulo bruscamente finiquitado, aumentó mi frustración y me envolvió en un dolor inimaginable hasta entonces para mi. Quise, y logré, romper con cualquier persona o cosa que me recordaran los momentos vividos en su interior. Mi afán de ruptura me asemejó al de un animal herido que no permite a nadie acercarse a más de un metro y mi rabia ahuyentó a todos los que quisieron sanar mis heridas. En suma, me volví un ser frío y me prometí que nunca más ataría mi destino a ningún medio de transporte por muy flamante que fuera, por muchas ventajas que me ofreciera.

Han pasado seis años de aquello. En este tiempo, he utilizado compulsivamente todos aquellos trenes que se me han ofrecido. He llegado a usar uno distinto cada día, apenas me han transportado unas pocas horas y después me he bajado de ellos sin mirar atrás. Si alguna vez me empezaba a acomodar a alguno, el sistema de autodefensa, construído sólidamente durante años en mi interior, ha provocado mi huida veloz, determinante y para algunos cobarde.

Me cansé de viajar y decidí ser un mero espectador. En los últimos meses, me he acostumbrado a sentarme en cualquier banco de cualquier estación a mirar cómo los demás usan los trenes, cómo van llegando y se van marchando. Confieso que alguno de esos ferrocarriles me ha llamado la atención por diversas causas, de buena gana me hubiera subido a ellos. La pereza en algunos casos, y el miedo en otros, ha impedido que eso ocurriera.

Sé que alguno de ellos podría ser una gran oportunidad perdida pero ya no me quedan fuerzas. Me he convencido de que mejor ser un simple espectador que un protagonista frustrado. Lo segundo genera dolor y lo primero sólo soledad. En el fondo, mi mente sueña con que algún día recupere las fuerzas para tomar uno de esos trenes, o quizás encontrar una mano que me ayude a subir. Sé que es prácticamente imposible, el miedo me atenaza y mi actitud es poco o nada receptiva.

Esta es mi pequeña historia. Recuerda que me llamo Andrés. Si me encuentras en tu camino, salúdame; prometo esconderme en una cordialidad que jamás te incomodará. Y si huyo, discúlpame; aún quedan muchas heridas que cicatrizar. Un abrazo a todos que son gratis.

viernes, 10 de octubre de 2008

HUMOR PARA EL MUNDO Y FINAL

Hace unos días acudí al estreno en el Teatro Alfil de la obra "mundo y final" de una compáñía que seguramente estarán en la élite de nuestro país. Ellos son Ron Lalá y su receta muy compleja: música, humor, locura, soberbios textos, mordaces críticas que convierten el espectáculo en uno de los más interesantes que yo he visto en años.

Estarán en Madrid hasta finales de octubre, después se marchan a América y retornarán a España para continuar con la gira. Si los tenéis cerca de vuestro lugar de residencia, no dudéis ni un segundo en acudir porque os prometo que os sorprenderán. Yo les había visto en un espectáculo anterior y ya me gustaron una barbaridad. Sin embargo, con este nuevo espectáculo me parece que han crecido, son mucho más auténticos, no se parecen a nada ni a nadie que hayáis visto sobre un escenario.

En hora y veinte minutos que si no recuerdo mal dura el espectáculo, no falta un sólo detalle pero a mi me gusta muchísimo la base: el texto. Especialmente hay un momento absolutamente glorioso: un entremés barroco en el que se dialoga en verso usando todos los términos habituales de internet. Admiro a quién escribe bien pero si encima es capaz de hacer poesía de algo tan cotidiano como la red, me quito el sombrero y quedo rendido a sus pies.

Anoche tuve la oportunidad de decírselo a su autor, a Álvaro, un tipo encantador y hasta tierno.

Especialmente les recomiendo esta obra a quienes no sean muy aficionados al teatro. Creo que es una forma de acercarse a este mundillo por la puerta grande y salir con una sonrisa en los labios pero con la cabeza hirviendo de tantas y tantas cosas como allí se cuestionan.

Como siempre, un abrazo a todos que son gratis

jueves, 2 de octubre de 2008

LLEGO A LOS 41: CONSTRUYENDO UNA NUEVA VIDA

Hola amigos, como alguno de vosotros comentáis en otro post, ayer fue mi cumpleaños, ya son 41 los que me caen, ¡qué barbaridad!, ¡cómo pasa el tiempo! Ya sé que es un tópico pero es tan real como la vida misma, los últimos diez años se me han pasado en un suspiro y casi sin darme cuenta.

El caso es que estos días, entre el catarro que me ha provocado un bajón del ánimo y todo ésto de cumplir años, me he parado a pensar una vez más sobre mi vida pasada, presente y futura. Todo hasta ahora ha sido vertiginoso al menos para mí y sin duda, no me había parado a reflexionar sobre la tarea que me queda por delante. No me refiero al terreno laboral donde está claro que mi objetivo próximo es buscar un puesto que me devuelva la ilusión, sino en el terreno personal.

Resulta que sin darme casi cuenta, en los últimos cinco años he tenido turnos de trabajo de fin de semana y de noche que apenas me han permitido cultivar las amistades. Se puede decir que mi vida ha estado volcada casi al 100 por 100 en el trabajo y el resto ha pasado a un segundo plano. Ahora me doy cuenta de ello, ya sé que un poco tarde, pero a veces uno se mete en tal vorágine que no calibra las consecuencias hasta pasados unos años. Miro ahora a mi alrededor y me doy cuenta del grave error cometido y me pregunto si seré capaz de enmendarlo.

En realidad, estos días he estado pensando que mi misión en un futuro cercano va mucho más allá del objetivo de buscar un nuevo trabajo, tengo que fabricarme casi una nueva vida en la que por supuesto seguirán contando mi familia, los pocos amigos que uno ha ido forjando en este tiempo y otros nuevos componentes que se irán incorporando,o al menos eso espero.

Me di cuenta de forma más real el otro día cuando quedé con un compañero de profesión, nacido también en Vicálvaro. Habíamos quedado a cenar y me llevó a un restaurante que yo ya conocía pero que había cambiado de ubicación. Toda una metáfora de lo desconectado que he estado de la realidad en estos últimos años.

Tengo que construir una nueva vida y lo cierto es que no es la primera vez que me enfrento a esa tesitura. Mis cambios de residencia desde que cumplí los 20 años me han obligado a empezar de cero muchas veces y no sin ciertas dificultades, normalmente he logrado resurgir. Quizás ahora con 41 años cueste más o quizás menos dada mi experiencia anterior, el caso es que creo que tengo fuerzas e ilusión para hacerlo. Además tengo la sensación, ese sexto sentido que a algunos les lleva a decirme que soy brujo, de que será la última vez que tenga que reconstruir mi vida, espero que de aquí salgan unos cimientos sólidos que me permitan obtener una estabilidad hasta ahora imposible.

Me queda mucha tarea, a veces la pereza me vence al mirar el solar que debo transformar pero sé que tengo que hacerlo sin prisa pero sin pausa. A ello me pongo, un abrazo a todos que son gratis

P.D: Muchas gracias a todos los que me habéis felicitado por distintos procedimientos, aquí, en el myspace, facebook, teléfono, correo, en fin como se dice, por tierra, mar y aire.