LOS DIOSES COMUNICAN SU DECISIÓN

Queridos amigos, soy Ulises, ya os conté en este blog el pasado 20 de Junio que estaba a la espera de la resolución de Zeus y compañía sobre mi ya largo viaje. Os contaba que la última tempestad había sido terrible, mi barco había quedado hecho añicos y tuve que refugiarme en un pequeño islote del Egeo con pocas viandas y pese a todo, muchas ganas de lucha.

Durante dos semanas, aguardé noticias de la reunión de los Dioses del Olimpo. En ese tiempo, pensé que lo podría dedicar a meditar y a escribir aunque finalmente tuve que contribuir con todos los demás a buscar alimento para no sucumbir de inanición. Ha sido un trabajo duro pero me ha servido para despejar la cabeza de malos pensamientos, fruto de la incertidumbre y del desasosiego que produce tener tu destino en manos de otros. Afortunadamente he estado en todo momento acompañado y apoyado por la improvisada tripulación de argonautas que en su momento sirvieron a grandes reyes sin reino y en su nombre, a princesas encorajinadas.

Ansiaba que los Dioses me facilitasen el viaje, quizás hasta una nueva embarcación con la que emprender el trayecto a Ítaca, confiaba en la mediación de mi protectora, Atenea. Soñaba ya con recuperar el tiempo perdido, con reencontrarme con mi destino y sobre todo, con mi querida Penelope y mi hijo Telémaco. Las horas libres que me dejaba la búsqueda de frutas y peces para comer, las he pasado debatiéndome entre la esperanza de que accederían a mis deseos y el temor a una negativa que me obligaría a retrasar nuevamente mis planes.

Finalmente el día llegó, tras mucho esperarlo. Fueron Hermes e Iris los encargados de transmitirme el dictamen. Empezaron por reconocer el valor de mis hazañas, el coraje con el que me enfrenté a todas las desdichas que me fueron enviadas y la determinación con la que me había dirigido a ellos. Sin embargo, y como en realidad temía, los Hados no estaban de mi parte y los Dioses tampoco. El odio que Poseidón ha descargado contra mí todos estos años ha sido más poderoso que los argumentos de mi Protectora. Por ello, han resuelto denegarme la ayuda que precisaba para alcanzar mi destino. Hermes e Iris trataron de consolarme, sugiriéndome que fuera paciente, que tarde o temprano el Dios del Mar calmaría sus ansias de venganza y podría ser mi oportunidad de obtener el navío, la tripulación y las calmadas aguas necesarios para llegar a Ítaca.

Mi cabeza comenzó a trabajar rápidamente, era mi turno de decidir. Me resistía a permanecer en ese islote cruzado de brazos, ya había perdido siete años en la isla Ogigia con la ninfa Calipso y no podía demorarme más si quería recuperar mi Reino. Por eso propuse a los Dioses un nuevo trato: "si yo logro construir mi propio barco, ¿me dejaréis marchar tranquilo?". Hermes e Iris se miraron desconcertados y no atinaron a darme una respuesta, debían trasladar la cuestión a Zeus.

Ahora he vuelto a la incertidumbre. Sé que los dioses no me allanaran el camino pero al menos si me dejan partir con mis propios medios, podré encontrar quizás nuevos aliados que faciliten mi objetivo. Mientras tanto, sigo buscando alimento junto a los mios y planifico mentalmente mi destino más próximo a la espera de su decisión.

En fin, amigos, un abrazo como siempre que son gratis desde algún lugar de este islote, llamado por algunos Desilusión.