DE VUELTA A LA REALIDAD

Hola amigos, me hubiera gustado escribir algún post desde Ibiza, de hecho carguén en el viaje con mi ordenador porque teóricamente el hotel al que iba contaba con conexión Wifi. Eso decía la publicidad aunque en realidad solo disponía de ella en las zonas comúnes, no en la habitación y a un precio sangrante de 8 euros la hora. Como ya no hay remedio, os escribo para contaros en primer lugar que ya estoy en Madrid de nuevo tras nueve días de descanso en el que he logrado el gran objetivo de desconectar de todo. He contado con un gran lujo: mi querida amiga y compañera Carmen Cires que como siempre ha sido la anfitriona perfecta que se ha adaptado al cien por cien a la idea que yo tenía de estas vacaciones. Ya os conté que estuve allí en Semana Santa y fue en ese momento en el que Carmen nos descubrió los rincones más hermosos de esta isla y ahora mi intención era visitar menos lugares pero disfrutarlos al máximo.

Muchos pensarán que me he pasado nueve días alternando en la distintas fiestas del Space, Pachá, Amnesia, Privilege y el resto de macrodiscotecas ibicencas famosas en el mundo entero. Sin embargo, os puedo decir que tan sólo he hecho alguna incursión en Pachá, el resto tendré que dejarlo para otra ocasión aunque no es el rollo que a mi me va precisamente.

Describir lo hecho en estos nueve días puede ser muy fácil porque tampoco he hecho gran cosa pero el cúmulo de sensaciones ha sido insuperable. Han sido días de reencuentro con el Dios Mar y el Dios Sol a los que tenía abandonados desde hace tres años; días de risas, de evaluar los "monumentos" andantes que vagan por la isla, de juegos de miradas cómplices sin concretar, de chiquilladas adolescentes, de charlas enriquecedoras acompañadas de paellas o licor de hierbas (si pongo sólo hierbas van a interpretar otra cosa, lo siento jejeje); jornadas de paseos, de descubrimientos, de música de La Casa Azul, Mónica Naranjo, Anna Vissi o Nena Daconte, de búsquedas de uno mismo, de fábulas sobre la vida de los demás, de escaparates en las tiendas, de escaparates en las calles, de enamoramientos de diez segundos, de culto al sibaritismo, a la vida contemplativa; días de llamadas perdidas sin contestar, de comprensiones e incomprensiones, de apariciones y desapariciones, de mensajes al myspace y al blog, de esperanza y nostalgia a la vez. En resumen, nueve días para soñar, para reflexionar, para charlar y sobre todo, para reir.

Ahora vuelvo a la realidad. Me he topado con las inundaciones de Madrid que afectaron un poco a mi casa, poco por fortuna pero ha sido como una señal de que regreso del sueño de estos nueve días y me queda la gran incógnita ¿qué será de mi vida?