Mi mayor pasión desde hace 11 años no es mi trabajo en el mundo de la comunicación, ni empecinarme en compartir mi vida con alguien. Mi mayor pasión es la de ser tío de dos chavalines, Alex y Marcos que me ofrecen múltiples satisfacciones, a veces sin ellos mismo pretenderlo. Recuerdo el 11 de noviembre de hace 11 años cuando nació Alex en la antigua maternidad del Gregorio Marañón. Fue un parto con problema, tuvo que salir adelante del sufrimiento fetal al que fue sometido así que nada más nacer, tuvieron que extraerle todo el líquido ammiótico que había ingerido. Fueron sus primeras muestras de valentía porque a pesar de su fragilidad, salió adelante.
Más tarde, fue operado de un pequeño problema coronario e incluso en el oido pero siempre salió adelante. Alex es un chico inquieto, hiperactivo en el sentido médico de la palabra pero su vida afortunadamente sigue adelante. En el último año, no sufrió problemas de salud sino del alma que son los más dificiles de curar. Asistió primero con dolor y más tarde con resignación a la separación de sus padres. Recuerdo que la noche de la crisis, me lo traje a él y a su hermano a casa y me preguntó en el coche: "¿Y quién va a ser ahora mi papá, lo serás tú?". Me dejó mudo en un primer momento aunque enseguida le expliqué que no se había quedado sin papá, su papá sería el mismo toda su vida.
Desde ese momento, todos hemos pasado momentos duros en los que temíamos que el peque se derrumbase. No ha sido así, nos ha dado a todos una lección, los niños a veces aplican una lógica egoísta pero eficaz para sobrellevar los disgustos. Perdida la batalla por lograr que sus padres volvieran a estar juntos, su propósito ha sido intentar que el conflicto entre los mayores le afecte lo menos posible en su vida cotidiana. En el fondo así se resuelven las cosas y una vez más, un niño me ha dado toda una lección de vida, ¿para que luego digan que no se puede aprender de un ser que está prácticamente saliendo del cascarón?
En fin, ayer fue su cumpleaños y la satisfacción de verle sonreir al abrir los regalos, o soplar las velas de la tarta, no tiene comparación con nada en este mundo. Sólo ver esa sonrisa, recibir sus besos y su forma particular de demostrar el cariño justifican sobradamente que uno siga en este mundo.
PD: NO me olvido de mi otro sobrino, Marcos, tiene sólo 3 años, podría contar miles de cosas de él pero eso será cuando llegue su cumpleaños.
lunes, 12 de noviembre de 2007
FELICIDADES ALEX
Publicado por javier peña en 15:56
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2 tus aportaciones:
Que bonito con los sensiblón que estoy últimamente me has hecho llorar jeje. Es precioso lo que has escrito
¡Felicidades, a Álex!
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